Sanando heridas

 

 

La palabra trauma deriva del griego y significa herida. Según la RAE es un choque emocional que produce un daño duradero en el inconsciente.

Trauma, herida, daño… son palabras cada vez más usadas en el enfoque restaurativo, centrado en alcanzar una justicia más humana y la reparación del daño que algunos eventos producen en individuos, relaciones y comunidades, mucho más allá, -aunque sin negarla, ni suplirla-, de la pura justicia formal, de enfoque más positivista.

Hace unos meses participé en una formación internacional en justicia restaurativa en la que recomendaron el libro El cuerpo lleva la cuenta. Cerebro mente y cuerpo en la superación del trauma. El Dr. Bessel van der Kolk, autor del libro, describe el trauma como cualquier acontecimiento o experiencia continua que ejerce un efecto significativo en la parte animal del cerebro relacionada con la supervivencia.

Ya tenga un origen físico o psicológico, el trauma siempre se manifiesta en nuestro cuerpo y afecta a la sensación de seguridad, así como a nuestra vinculación con los demás. Paradójicamente, en el trauma aquello que más se teme, -el contacto con las demás personas-, es lo que más se necesita para la regulación psicoemocional y la sanación.

Según Van der Kolk «recibir apoyo social no es lo mismo que estar en presencia de los demás. La clave yace en la reciprocidad: ser realmente escuchado y visto por las personas que te rodean, sentir que existes en la mente y en el corazón de los demás. Para que nuestra psicología se calme, sane y crezca necesitamos un sentimiento visceral de seguridad… No necesitas una historia de trauma para sentir cierta incomodidad o retraimiento en una fiesta con extraños, pero el trauma puede hacer que cualquier situación se convierta en una reunión de extraños.»

El modelo de sanación que propone entiende la salud como un fenómeno participativo en el que las personas no se conciben aisladas, sino como miembros de una comunidad que está en proceso de sanación, ofreciendo y recibiendo al propio tiempo, un contacto significativo de unos con otros: el mensaje de que importas, la sensación de que no estás solo.

Van der Kolk continúa: «cuando una familia o comunidad no valida las experiencias de una persona traumatizada o no le transmite una sensación de cuidado y seguridad después del suceso, hay menos probabilidades de metabolizar el trauma con resiliencia y lo más probable es que acabe expresándose a través de síntomas de estrés postraumático».

Por eso detecto esta íntima relación con el enfoque restaurativo. Porque nos hace tomar consciencia a los gestores de conflictos y facilitadores de procesos restaurativos, de que solo la escucha presente y la validación de su experiencia en un entorno de cuidado y sostén, hace posible la plena integración de la víctima, anula el sentimiento de vergüenza que tantas veces acompaña a la persona que ha sido dañada y permite la sanación de la herida, mucho más allá de la restitución material que proceda o la aplicación de medidas disciplinarias o penales al ofensor.

Los Encuentros, los Círculos y las Conferencias restaurativas son espacios privilegiados para que esa sanación pueda darse, por supuesto en víctimas y comunidades, pero también en el ofensor.

Solo el espacio restaurativo puede propiciar que opere la alquimia que permite poner orden en el nivel material de las cosas y sanación en el nivel intangible de lo sutil. Se cierra así,  el ciclo del dolor y la violencia y se propicia la emergencia de algo nuevo, totalmente desvinculado ya del peso del pasado, que no puede ser ya alcanzado por la oscuridad de lo que fue.

En mi post  Lo que nuestras heridas pueden enseñarnos reflexiono sobre la frase de Esquirol que dice que el ser humano es un ser que puede ser herido y allí comentaba: «Y, con pensar que tal vez esto sea cierto, yo sentía la necesidad de completar esta afirmación. Porque el ser humano no solo puede ser herido. Para mí lo nuclear es que el ser humano puede ser sanado. Y aun cuando hay un gran camino de sanación que cada una, cada uno de nosotros podemos recorrer, también hace tiempo que me ronda una y otra vez esta pregunta: ¿Será que podemos sanar totalmente en soledad?. ¿O necesitamos unos de otros para sanarnos?».

De la propuesta del Dr.Van der Kolk  y de otros trabajos que vengo estudiando sobre la sanación del trauma, se intuyen algunas respuestas a estos interrogantes que refuerzan la idea que vengo esbozando de hace tiempo: la sanación está en cada uno de nosotros como individuos al atravesar nuestra herida, pero ocurre con los demás y no culmina sino en la experiencia compartida de unidad.

Parece que, en efecto, nos necesitamos unos a otros para sanarnos.

Y como suele ocurrir, junto con la respuesta, surge una nueva incógnita: ¿Será que aprenderemos a hacerlo…?.

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Inmaculada Gabaldón Gabaldón

Abogada. Mediadora. Formadora

Coach Ontológica y Generativa. Trainer y Coach PNL

Instructora y facilitadora de Prácticas Restaurativas.

Directora de Espacio CONFLUERE

 

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