La vida es diversidad y cambio constante que se manifiesta en millones de formas de vida interdependientes. Infinitas y diversas formas de vida, de especies, entre ellas, la Humana. Y millones de seres humanos, cada cual diferente, por hablar solo de nuestra especie. Esta rica diversidad, este permanente cambio, genera continuas diferencias y tensiones, no solo con el medio, sino también con los “otros” con quienes compartimos espacios y la necesidad de constantes cambios adaptativos.
Vivir nos aboca a la búsqueda perpetua de efímeros equilibrios.
En este sentido el conflicto, en cuanto producto de la diversidad y el cambio, es consustancial a la vida. El conflicto, entonces, no es ni bueno, ni malo. El conflicto, simplemente, es. Nos acompaña en nuestro devenir existencial. Y el conflicto, lo sabemos, tiene consecuencias radicales en La Naturaleza que, sin embargo, responde siempre a un equilibrio de orden superior, a un ciclo perpetuo de vida y muerte consustancial a la vida, que la alimenta y del que siempre emerge un nuevo equilibrio que la regenera.
Así es este ciclo también en el ámbito humano, si bien el conflicto humano ha generado, – no tanto en cuanto a ciclo vital, sino como producto de la acción humana-, una triste historia de sufrimiento, guerras, destrucción y muerte.
Sin embargo, el conflicto también es el más poderoso motor de crecimiento y mejora continua. En tanto seres vivos, los humanos tenemos que lidiar con la diversidad y el cambio, tanto en nuestro mundo interior como en nuestra realidad externa, lo que genera constantes conflictos intra e inter personales y/o grupales.
Y conviene ser conscientes de que cada conflicto lleva en sí mismo una preciosa promesa de cambio, aprendizaje y evolución. Y en ese sentido es la puerta magna para acceder también a niveles más elevados de conciencia. Y así como otros organismos vivos están determinados biológicamente en su respuesta, sin margen alguno de elección, el ser humano tiene, en cambio, el gran privilegio de poder elegir siempre, de ejercer su libertad de respuesta…
Viktor Frankl lo sabía muy bien : Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su propio camino.
Nadie más autorizado que él para decirlo.
Sin excusas. En tanto humanos, tenemos siempre la opción y, por tanto, la responsabilidad de decidir qué queremos hacer ante un estímulo, un conflicto, una desafío.. por más retador que sea. Nuestra Humanidad, nos dota de autoconciencia. Y ello nos permite responder, en lugar de solo reaccionar. Y en cada respuesta que damos, no solo nos definimos en tanto individuos, sino que hacemos una contribución social, pues en el cúmulo de cada pequeña respuesta reside la posibilidad de la convivencia pacífica, la salud del planeta y nuestro futuro como especie. Y, por ello, vivir con coraje y esperanza nuestros conflictos puede ser la vía regia para alcanzar nuestro máximo desarrollo.
Y de ahí mi compromiso profesional: acompañar a otros desde sus crisis de sentido y su necesidad de cambio, hacia su propósito vital; así como en la gestión constructiva de sus conflictos, hacia la búsqueda de sus propias mejores respuestas, potenciando su desarrollo como individuos u organizaciones, lo que supone alcanzar niveles más elevados de conciencia individual y grupal/social.
Si te ha gustado este post; si te interesa la gestión constructiva de conflictos, la mediación, el desarrollo personal y el coaching, puedes suscribirte a nuestra NEWSLETTER para recibir más contenidos y todas nuestras ofertas formativas.
Para solicitar una sesión de coaching o mediación, contacta: 615466237 y hola@espacioconfluere.com
Inmaculada Gabaldón Gabaldón
Abogada. Mediadora. Formadora
Coach Ontológica y Generativa. Trainer y Coach PNL
Instructora y facilitadora de Prácticas Restaurativas.
Directora de Espacio CONFLUERE