con las casas derruidas, con humedad en las paredes, con habitaciones vacías…
Con el dolor de las despedidas.
Con la mirada hacia el suelo y el recuerdo del barro aún en nuestros pies y en nuestras manos.
Así… de esta manera, se nos ha venido encima la Navidad…
¿A qué podríamos agarrarnos para hacerle espacio?!!
Quizá reconociendo la rabia. Quizá permitiendo la tristeza.
Quizá asumiendo el miedo. Quizá aceptando nuestra vulnerabilidad.
Quizá desde la certeza de que nosotros sí estuvimos.
Y que no estamos solos y que nos proveemos sustento, apoyo, cobijo…
Y que nos necesitamos. Y nos regalamos palabras, caricias, abrazos… y eso nos hace sentir reconfortados.
Quizá eso permita, en medio de la humedad y el frío,
avivar la calidez de nuestros corazones
e iluminar apenas los primeros pasos, para no confundirnos.
Honrar a cuantos se fueron e ir soltando con paz lo que se fue.
Hacer acopio del coraje para levantar de nuevo la mirada y,
con la firme promesa mutua de no permitir que nunca vuelva a ocurrir aquello que esté en nuestras manos evitar,
poder volver a confiar.
¡¡Y construir!!
Este es mi más vivo deseo para esta Navidad
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Una idea sobre “Se nos ha venido encima la Navidad…”
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